Julie & Julia y la necesidad de tener un espacio propio al cual regresar cada día

Recientemente, esos fines de semana extraños en los que el tiempo transcurre a través de la viscosidad de la nostalgia se han convertido para mí en un recordatorio, en un aviso de la necesidad que tengo de construir lo que me ilusiona y me permite atravesar estos días sabiendo que quizás los próximos sean iguales, y que no hay nada de malo en ello. A propósito de esto, y después de una búsqueda intensa de respuestas, terminé frente a Julie & Julia (Nora Ephron, 2009), una comedia / biografía inspirada en las vidas de dos mujeres cuya pasión, según Ephron, “las ayuda a superar las épocas de incertidumbre”. 

Sin importar que tengas treinta —la edad de Julie— o veinticinco como en mi caso, resulta casi imposible no detectar de inmediato eso que están buscando las protagonistas: hacerse un lugar propio en este mundo lleno de escapes efímeros y a partir de ahí construir su felicidad. Por un lado, Julia Child en los 50’s, optimista y llena de vida, descubrió un día que era casi imposible preparar un plato de la gastronomía gala sin ser nativo de Francia. Por esto no solo se dedica a aprender en Paris —contra todo pronóstico y sin saber francés—, sino que además se embarca en la aventura de publicar el recetario que introdujo oficialmente la comida francesa al público angloparlante a nivel mundial. 

Entrando ya en los early 2000s, Julie Powell, pesimista, egocéntrica, abrumada por el trabajo y por una nueva etapa con su pareja en Nueva York, decide empezar un blog donde compartirá su experiencia cocinando las 524 recetas del libro de Julia Child. Todo esto con un deadline bastante ajustado: trescientos sesenta y cinco días. Entonces, lo que al principio parecía un pasatiempo divertido, se va convirtiendo poco a poco en una forma de encontrar sentido al caos de cumplir treinta y sentirse atascada en una vida que parece poco prometedora. Para Julie, llegar a casa y cocinar algo nuevo era una experiencia llena de certezas que transformaba su incertidumbre en seguridad y su desdicha en pasión por atreverse a intentar algo diferente. 

¿Es posible aceptar que cada cosa que nos ilusiona y nos permite vivir es parte de un gran mosaico propio que podemos ampliar? A pesar de existir en épocas distintas, Julie y Julia parecen estar guiadas por el mismo objetivo de vivir por y para las cosas que las ilusionan. Y esta inspiración, tan repentina y caótica, lejos de pretender perseguir una vida ajena representa la determinación de elegirse a sí mismas para encontrar su felicidad. 

Casi al final de la película, a pesar de sentirse derrotada cuando su relación estuvo a punto de terminar, Julie no lo sabía, pero durante todo ese año había cultivado un gusto personal, un refugio al cual regresar cuando estuviese lista para empezar de nuevo. No obstante, es curioso que el film muestre el regreso de Eric —su pareja— como una luz verde que ella esperaba para continuar con su blog, porque esto —aunque la película no lo desarrolla— representa esa trampa en la que caemos una y otra vez al creer que siempre necesitamos a alguien sin importar nada. 

Por supuesto, tampoco se trata de vivir sola e inconforme solo porque sí. Varias décadas antes, cuando Julia apenas comenzaba a descubrir París, su matrimonio con Paul Child era el mejor ejemplo de ternura y complicidad. A diferencia de Julie, Julia no tenía una vida desdichada ni un novio que se fuera a la primera discusión. Sin embargo, ella escogió rechazar la rutina de la mujer que simplemente espera mientras su esposo existe y trabaja para los dos. En otras palabras: decidió construir su espacio. 

Finalmente creo que de eso se trata. Justo en ese instante, cuando el fin de semana extraño transcurre lento y lleno de incertidumbre, solos o acompañados, no hay nada mejor que convertirnos en lo que nos ilusiona y en ese espacio propio al que sabemos que podemos regresar cada día. Ojalá como Julie y Julia, cocinando y escribiendo. 

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Samuel Alejandro Rojo
Comunicación Social. Movies, books, music, knowing what you did and screaming the truth. A veces escribo.

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